Los secretos: es el famoso “de eso acá no se habla”. Cuanto más se silencia, menos se comparte, y la consecuencia es el aislamiento del personal y su falta de motivación para aportar ideas para crecer. La inercia y la resistencia al cambio colaboran con dejar pasar y esconder información.
Los números del negocio: la rentabilidad queda en manos de un “iluminado”, que con sus mágicas ideas nos llevará a buen puerto. La verdad es que la búsqueda de la utilidad debe ser un asunto de todos, por lo que se requiere compartir mayor caudal de información.
La familia empresaria: los problemas de comunicación, el no compartir decisiones, la ausencia de planificación en la transición generacional, la confusión en el manejo de los fondos se transforman en una bomba de tiempo a la perdurabilidad.
Creerse inmunizado: “a mí no me va a pasar”, es una actitud que nos aleja de la sabiduría necesaria en épocas de alta incertidumbre y velocidad del cambio. Es el exceso de confianza y optimismo, muchas veces producto paradójico del éxito del momento.
La riqueza: ¿conocemos dónde estamos parados? ¿Cómo medimos nuestras ganancias? ¿Cuál es el límite para reinvertir, cuál para retirar y disfrutar? ¿La ocultamos como protección? Preguntas para las cuales encontramos pocas respuestas.
Gestionar el talento: la falta de incentivos y planes de carrera para nuestra gente nos lleva a desaprovechar talento, que es la mayor riqueza que debemos administrar, y es lo que nos va a permitir ser cada vez más competitivos en un mundo donde todo es fácilmente imitable.
Gestionar el conocimiento: todo lo que hicimos y construimos es un enorme capital: es el conjunto de conocimientos y habilidades que son nuestra mayor reserva. ¿Las tenemos disponibles? ¿Los aprovechamos? O ante nuevos problemas tenemos que empezar de cero, como si no tuviéramos parte de las respuestas en los conocimientos y hábitos adquiridos.
Los conflictos no resueltos: solemos creer con liviandad que “el tiempo lo cura todo”. Los problemas se resolverán como el día le da el paso a la noche, con la misma naturalidad. Sepamos: lo que hoy no afrontamos y buscamos solucionar es el antecedente del alud que vendrá. Lo que una generación no resuelve, quedará pendiente para la próxima.
Luchas de poder: las posturas inflexibles, la pérdida de racionalidad y de perspectiva del negocio, la búsqueda de la razón personal, como un valor en sí mismo minan las bases de sustentación de las relaciones y la competitividad empresaria.
Aquellas cuestiones que en la empresa quedan olvidadas, guardadas, escondidas y no salen a la luz, le quitan flexibilidad, agilidad y visión de futuro.
Por el Lic. Néstor RABINOVICH